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De mentiras y confrontación vive la extrema derecha

Por Pedro Javier López Soler, historiador y coordinador de Amanecer 31.


Esta mañana hemos asistido a un bochornoso espectáculo en Lorca. Decenas de personas, que participaban en una manifestación en defensa de las macrogranjas han irrumpido violentamente en el edificio donde la Corporación municipal estaba celebrando una sesión plenaria. En ella se iban a adoptar una serie de limitaciones a la actividad de la ganadería intensiva, pero tuvo que ser suspendida por la amenaza que el asalto representaba para la seguridad de los ediles presentes. Tras ver las imágenes, surge la pregunta: ¿a qué se debe esta reacción tan violenta?



El bulo lanzado hace unas semanas acerca de unas supuestas declaraciones de Alberto Garzón criticando al sector ganadero español, ha derivado en un constante oleada de ataques al ministro de Consumo y en la crispación del ya de por sí tenso debate político. Es esperpéntico comprobar como dirigentes del más alto nivel hacen de la mentira una herramienta para hacer política. Pablo Casado defiende las macrogranjas, aunque no es capaz ni de explicar qué son, y en varios Ayuntamientos gobernados por su partido han adoptado políticas contrarias a la actividad de estas instalaciones de ganadería industrial.


Que todo lo que el ministro Garzón diga puede ser utilizado en su contra ha quedado más que claro, pero es que en este caso concreto no ha pronunciado aquellas palabras que se le imputan. En base a una manipulación, el Partido Popular, y tras él toda la derecha mediática, ha emprendido una nueva campaña de desgaste contra el Gobierno de Coalición. No importa la verdad, no importa el bienestar ciudadano, sólo se piensa en el rédito electoral, y es que el 13 de febrero los castellanoleoneses están llamados a las urnas.


Las consecuencias de inocular odio a la sociedad pronto van a ser irreversibles. Mentira tras mentira, insulto tras insulto, indecentes líderes políticos están convirtiendo España en un campo de batalla, alcanzándose unos niveles de polarización social no vistos desde hace décadas. Se está imponiendo la anti-política, que no es otra cosa que manipular a la opinión pública para azuzarla contra el adversario con el único objetivo del beneficio electoral. Dirigentes de extrema derecha, pero lamentablemente también de partidos que dicen ser liberales, han adoptado la estrategia trumpista: manipula, miente, inventa, que algo queda. Las fake news han desplazado al periodismo, convertido en un instrumento más en la patética lid política.


La inmensa cantidad de bulos vertida ha ensuciado y desvirtuado lo que podría haber sido un sano debate sobre qué tipo de ganadería queremos para España. Las consecuencias de inocular odio y altas dosis de violencia verbal a una sociedad frustrada y, por impopular que sea, ignorante en cuestiones políticas y socioeconómicas del país, ha degenerado en el bochornoso espectáculo que vimos esta mañana en Lorca. Decenas de ganaderos asaltando un edificio público, golpeando a policías, insultando a representantes públicos y amenazándoles de muerte. Hoy ha estado a punto de repetirse en Lorca lo que hace 28 años ocurrió en Águilas: el linchamiento de un cargo público, en ese caso el concejal de Izquierda Unida, Antonio del Campo.


Pero como en tantas otras ocasiones, lo más probable es que los responsables materiales de estos actos de violencia queden impunes y sus instigadores, orgullosos de la hazaña, incluso la reivindiquen y utilicen como arma arrojadiza contra el adversario político de turno. Los alcaldes de Puerto Lumbreras y Fuente Álamo estuvieron presentes durante el asalto al Centro de Desarrollo Local de Lorca. Deberían de dar explicaciones de su actuación durante estos hechos y asumir sus responsabilidades. Mientras unos sacan pecho de la hazaña y otros callan cómplicemente, otra línea roja ha sido cruzada en detrimento de una democracia cada vez más débil y con menos autoridad.


Ya tenemos la versión lorquina del asalto al Capitolio estadounidense. Podemos tomárnoslo a broma, pero la espiral de crispación y violencia no se detiene, sino que se agudiza. Si no se actúa pronto, llegará el momento en que ya sea tarde.



Instantánea del asalto al Centro de Desarrollo Local de Lorca.


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