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El drama de la represión franquista en la familia Marín García

La guerra civil supuso un trauma para toda una generación de españoles. Pero la posterior represión franquista fue incluso peor para miles de familias que se vieron obligadas a marchar al exilio, les fueron incautados sus bienes o les privaron de algún ser querido, ya fuera por su encarcelamiento o asesinato.


Antonio Marín Díaz y Rosalía García Laborda formaban un humilde matrimonio de trabajadores afincado en Calasparra. De su unió nacieron siete hijos: Mateo, Antonio, Santiago, José, María, Josefa y José de la Esperanza.


De orígenes muy humildes, pronto comenzaron a trabajar para contribuir al sustento de tan extensa familia. Se emplearon en oficios de baja cualificación, donde las condiciones laborales eran duras y reflejaban una clara jerarquización entre el simple obrero y su patrón. Durante años trabajaron como jornaleros eventuales, instalándose allá donde el trabajo los llevara, siendo el municipio de Águilas uno de sus frecuentes destinos. Allí se dedicaban a las labores agrícolas, faenando las fértiles tierras de la pedanía de Cocón.


Fue precisamente esa dura vida laboral la que los llevó a tomar conciencia de su condición de proletarios y, con el paso de los años, a entrar en contacto con el movimiento obrero organizado de la mano del sindicato Unión General de Trabajadores, del que fueron importantes afiliados en la localidad de Calasparra.


Sobre su vida militante existen numerosos nubarrones. A la familia les ha legado el recuerdo de algunos datos que, aunque inconexos, parecen dibujar la figura de comprometidos luchadores sociales. ¿Alguno de ellos fue afiliado del Partido Comunista? ¿Ostentaron algún tipo de cargo institucional? ¿Se enrolaron en el ejército republicano durante la guerra civil? ¿Continuaron, tras la victoria de Franco, luchando contra la dictadura como maquis? Son muchas las preguntas para las que aún no se tiene respuesta.


Lo que sí parece evidente es el ensañamiento que el franquismo tuvo contra esta humilde familia. Mateo fue encarcelado en 1939 por su afiliación republicana; el esposo de Josefa, Francisco Muñoz Marín, después de haber permanecido durante un tiempo escondido en su casa, fue capturado e igualmente enviado a prisión; a Santiago lo asesinaron en Jaén en 1946, todo apunta a que tras un encuentro con la Guardia Civil; y a Antonio le correspondió la más dramática de las represalias. Huido al amparo de su familia, que entonces se encontraba en Lorca, las autoridades descubrieron su escondrijo tras torturar a su madre y amenazar con matarla si no se entregaba, siendo abatido en ese mismo instante para ser posteriormente exhibido como un trofeo por las calles de la ciudad.


De Antonio y de Santiago no queda más que el endeble recuerdo de sus descendientes. Sus cuerpos se hallan en paradero desconocido, imponiéndose durante décadas un temeroso y sufrido silencio en su familia. Ahora, más de 75 años después, sus nietos y sobrino-nietos buscan respuesta a tantos interrogantes y sueñan con poder recuperar sus restos para poder llorarles y darles una digna sepultura.


Expediente procesal de Antonio Marín García (AGRM).

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