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Tejamos una red contra el olvido y la intolerancia

Por Pedro Javier López Soler.


Han pasado más de 70 días desde que comenzó el confinamiento. Tras el impacto inicial, la realidad ahora se percibe con mayor claridad. Son muchos los retos que la pandemia de COVID-19 nos plantean como sociedad: la prevención sanitaria frente a un virus que nos hace vulnerables, la reconstrucción de la economía o el afianzamiento de los valores democráticos. Las consecuencias culturales del COVID-19 no van a ser menos devastadoras que las económicas. Lejos de encontrar una sociedad más unida, solidaria y que se reconoce en el diferente, observamos cómo el odio, el recelo y la intolerancia emergen para disputar la hegemonía al diálogo y el consenso.


En estos días de incertidumbre, necesitamos esgrimir la cultura como un escudo frente a la sinrazón. Una forma de combatir el odio y la intolerancia es mostrando las consecuencias que su combinación acarrea. En 2020 se conmemora el 75º aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis en los que fueron asesinados más de 11 millones de personas. Armémonos de memoria para evitar que algo así pueda volver a ocurrir. Tenemos el deber de enmendar los errores pasados, de construir una sociedad mejor que la que se encontraron nuestros padres y abuelos.


El 16 de mayo de 1945, los supervivientes de diferentes nacionalidades de Mauthausen realizaron un histórico juramento. Nunca permitirían que los horrores sufridos fueran olvidados, pues olvidar nuestro pasado es el mayor insulto contra quienes ya no están con nosotros. Con el objetivo de recordar aquello que nunca debe caer en el cruel silencio, nació en 1962 la Amical de Mauthausen y Otros Campos, una asociación que reunía a los supervivientes españoles del Holocausto y a sus familiares y amigos para luchar contra la impunidad del olvido.


Hoy somos muchos los que recogemos el testigo de aquel juramento. En 2014, la Amical de Mauthausen y Otros Campos impulsó la andadura de la «Red de Memoria y Prevención del Fascismo. Nunca Más», un proyecto para conservar el legado del exilio republicano y prevenir y concienciar contra el fascismo que lo desencadenó.


Vivimos días de incertidumbre en los que la violencia se va abriendo hueco de forma lenta, pero progresiva. Aumentan los ataques de inspiración fascista y son cada vez más frecuentes las provocaciones a espacios dedicados a la memoria de sus víctimas. El pasado fin de semana, camuflados bajo la convocatoria de una movilización contra el gobierno, grupos de violentos agredieron a un sindicalista en Málaga y allanaron en Granada una casa que lucía en su balcón la bandera republicana. La ignorancia los hace intolerantes y la intolerancia los vuelve violentos.


En tiempos de egoísmo, hay que ser más solidarios que nunca. En tiempos de ignorancia, hay que armarse de libros, cine y música para bombardear con cultura las mentes más cerriles. En tiempos de odio, hay que amar con más fuerza si cabe. Hay que demostrar que otra sociedad es posible y deseable. Tenemos el reto de tomar la bandera de los ideales democráticos de Libertad, Igualdad y Fraternidad.


Es necesario reforzar los espacios culturales que apuestan por una sociedad plural, diversa y unida bajo consensos sociales democráticos. Unir y no enfrentar. Dialogar y no insultar. Respetar para avanzar juntos. Cultura, cultura, cultura. Educación, educación, educación. Ahora más que nunca y antes de que sea tarde.


Hace 75 años fueron liberados los campos de concentración nazis, donde más de 11 millones de personas fueron asesinadas de forma cruel. Su sacrificio no puede haber sido en vano. Sus historias no pueden ser olvidadas. Que su recuerdo remueva nuestras conciencias y esté presente en nuestras acciones.

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