Una de las huellas que persisten en Águilas de la guerra civil (1936-1939) son los búnkeres o casamatas que se construyeron en las fronteras terrestre y costera del municipio para garantizar su defensa. Estaban ubicados en puntos estratégicos, desde los que se dominaban los diferentes puntos de acceso a la localidad. En su interior, debían instalarse ametralladoras, tratándose de una posición de tiro, pero fueron construidas en base a unos planos erróneos, diseñados por un arquitecto quintacolumnista, que hacían prácticamente imposible manejar un arma dentro de ellos.
Los búnkeres son el recuerdo de uno de los episodios más dramáticos de la historia de Águilas. Pese a ello, ninguna de las administraciones públicas se ha preocupado por recuperar su memoria, convirtiéndolos en espacios culturales en los que enseñar el drama de la guerra.
Hoy, uno de estos búnkeres se encuentra en grave riesgo de desaparición. Se trata del ubicado en la calle de la U, próximo al Barrio de Colón. Una constructora ha obtenido la licencia para poder edificar en el solar donde se encuentra. Se teme que las obras, que comenzaron el pasado 18 de octubre, puedan destruir los restos del búnker y, con ellos, una parte de nuestra historia.
«La situación de abandono en la que se encuentran es preocupante», lamenta el historiador Pedro Javier López, coordinador del movimiento cultural Amanecer 31. «En otras ciudades, han hecho de sus vestigios de la guerra civil un atractivo turístico que atrae numerosas visitas». Desde Amanecer 31 proponen la recuperación de al menos uno de los búnkeres que aún quedan en la localidad, procediendo a su conversión en un museo desde el que explicar el drama de la guerra civil española. «El turismo histórico mueve millones de euros anualmente y fomenta los negocios locales, no es una idea disparatada plantearse llevar a cabo una iniciativa así en nuestro municipio».
