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Identifican a un aguileño entre los muertos en el campo de concentración de la Santa Espina

Una investigación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha sacado a la luz los nombres de más de una treintena de víctimas de la represión franquista en un campo de concentración sito en la provincia de Valladolid. Hablamos del monasterio de la Santa Espina, un edificio religioso del siglo XII ubicado en la localidad de Castromonte que, entre agosto de 1937 y noviembre de 1939, fue utilizado como centro de reclusión para centenares de presos políticos.


El monasterio, que, hasta su utilización por las tropas franquistas, servía de orfanato, llegó a albergar a más de 4.300 cautivos, aunque su capacidad era de 600. Fue utilizado como centro de reeducación, quedando marcada la vida diaria entre sus muros por el adoctrinamiento: obligación de cantar el himno falangista «Cara al Sol», de realizar el saludo fascista, de ir a misa o asistir a las llamadas «charlas patrióticas».


El frío extremo, la escasez de comida (cuyo menú solía consistir en lentejas con caldo), los malos tratos de los carceleros y la proliferación de enfermedades y parásitos, todo ello agravado por la falta de asistencia sanitaria, provocaron una alta tasa de mortalidad entre la población reclusa.


La ARMH ha dado a conocer un listado de hasta 33 personas fallecidas en el campo, cuyos cuerpos fueron enterrados en el cementerio del mismo.


Un aguileño entre las víctimas


Entre esos 33 nombres figura el de Pedro Munuera Sánchez, un aguileño que falleció en 1939 a la edad de 27 años. Por las características del presidio, es posible que se tratara de un soldado republicano capturado por las tropas sublevadas. Su cuerpo se encuentra en una fosa del cementerio de la Santa Espina. La ARMH trabaja para localizar la fosa o fosas que alberguen los cuerpos de las citadas víctimas con la intención de proceder a su exhumación.


Entre los muertos hay tres murcianos más: el lorquino Francisco Sánchez Poveda y los yeclanos Diego Ferris Marcos y Enrique Lafer García. La asociación no descarta que el número de víctimas de la represión franquista inhumadas en el cementerio sea aún mayor.


El monasterio de la Santa Espina fue utilizado como campo de concentración franquista entre 1937 y 1939. Creative Commons / Luis Rogelio HM

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